Las cosas no cambian en un día, ni para bien ni para mal. El cambio es el fruto del esfuerzo gozoso y persistente con la esperanza de poder alcanzar algún día el reconocimiento a la dignidad.
El pequeño paso que hoy se dé, brinda más luz contra la ignorancia, y da cobijo a aquellos que se sienten atrapados en la oscuridad del rechazo y la opresión.
Y aunque ni tú ni yo lo comprendamos, aunque no lo queramos o aceptemos, el cambio llega para bien, y el día en que todos los hombres y mujeres brillen con su propia luz, y en que por ello sean reconocidos como plenamente humanos, llegará. Porque es cuestión de tiempo.
Resplandece, estamos contigo. Por un mundo mejor y más tolerante.
1 comentario:
Que bonita palabras... el día que el cambio llegue, podremos llamar a todos por su nombre, con la frente en alto. Lo que exigue mucho respeto, de ambos lados.
Publicar un comentario